3:00 de la mañana.
.
Hacia un frio impresionante, no sentía las piernas, la nariz parecía un tempano de hielo; llevaba aproximadamente cinco horas y media caminando, las ramas no me dejaban mirar hacia adelante, el pánico era mi único compañero y José como el hombre del grupo trataba de calmarnos.
--Any, tranquila…
--José quiero llorar, MADELENN!!! CRIS!!!- grité, pero nadie respondía.
Juli mi compañera de caminata entro en shock y no quería caminar mas, la angustia se apodero de los 3, no sabíamos qué hacer, sentíamos que bichos raros se nos subían.
--Any, Juli, José… ¡aquí estamos! –dijo Cris, y nos alumbró con una linterna.
--¿Dónde se habían quedado muchachos?—preguntó Madelen.
--Ayy! Pensábamos que estábamos perdidos—exclamó Juli
--Gas! Que miedo tan horrible, pensé que nos íbamos a tener que quedar viviendo en el monte--dije
Al salir de la trocha, en la cual nos habíamos perdido, aparece un paisaje hermoso, el contacto con la naturaleza es único, el aire fresco entra por las fosas nasales y ayuda a respirar mejor, el sonido de los animales, los pasos de los compañeros y a lo lejos el canto de una grupo de personas que también acompañaban la caminata hacia más agradable el paseo. La mayoría de las linternas estaban apagadas, ya que la luna era llena y alumbraba el camino.
En realidad no entendía que estaba haciendo en una caminata nocturna de Arrieros de la Noche, la cual duraría aproximadamente 10 horas y su trayecto seria Granada- El Peñol. Todavía nos faltaban 3 horas y medias de camino y yo no quería caminar más, miro a mis amigos y están más cansados que yo.
--Any ¿por qué vinimos a esto?
--Ayy Juli! no sé, hubiéramos mejor hecho el trabajo y la exposición, quiero dormir!
Descansamos una hora y media, aunque no se si se pueda llamar descanso, ya que después de estar casi dos horas quieta, el cansancio me tenia, pero saque fuerzas de donde no tenia y me adelante un poco, Juli, Cris y José se quedaron atrás, no los quise esperar, quería llegar rápido, los pies me ardían, sentía que las piernas se me iban caer, mi desesperación y angustia de no llegar rápido, se notaban de una.
Ya llevaba caminando en silencio unos 15 minutos, sentía que mis amigos se reían, cantaban y contaban chistes, pero ni ganas de reírme tenía, en realidad no quería nada.
El frio se penetraba cada vez más, aun trataba de entender qué estaba haciendo en medio de la nada, no quería caminar mas, solo quería dormir y estar en mi casa.
5:00 de la mañana
--Bueno si quieren llegar rápido agilicen el paso—gritó el guía
Creo que en ese momento saque fuerzas de donde no tenia y empecé a caminar más rápido, pues no muy rápido, porque hasta allá, no me daban los ánimos, pero si un poco más de lo que ya venía caminado.
El cielo se empezó a aclarar, la represa se veía a los lejos, los pajaritos empezaron a cantar, el aire matutino me daba tranquilidad, el simple hecho de poder ver dónde pisaba y para dónde iba, me llenaba de alegría.
--Juli!!!!! Camina rápido por fa!
-- Any, espéranos
-- Niños rápido, ya casi llegamos al pueblo, me quiero ir ya para mi casa a dormir.
-- Me duele todo cuerpo—dijo Cris.
6:30 de la mañana
Al ver las casas del pueblo, aunque un poco lejos, me llene de emoción, lo que no sabía era que para llegar hasta allá, tenía que subir una calle, que más bien parecía una pared.
El desconsuelo no me dejaba hablar, sentía rabia, dolor, sueño, hambre, llevaba 9 horas caminando, ahora sí que menos sentía los pies, la piedrita más insignificante me tallaba, las piernas me dolían como nunca me había dolido; fue la calle más larga que he subido en mi vida.
7: 00 de la mañana
Por fin!! Gracias a Dios habíamos llegado a El Peñol, era increíble que hubiera resistido, me sentía orgullosa de mi misma y de mis amigos.
--Eh… Casi que no—dijo Cris
--Compremos rápido el pasaje—dijo Juli
-- Vámonos en este bus que ya casi sale—dijo José más feliz que nunca.
--Juli cómprame porfa mi pasaje, me quiero sentar ya a dormir en el bus—dije.
--Muchachos ¿cómo les pareció la caminata?—nos pregunto el guía.
-- Súper— respondí
-- ¿Se apuntan para la próxima?
Los cuatro nos quedamos callados y nos montamos al bus, recostamos nuestras cabezas y nos despedimos de una buena, dolorosa e inolvidable experiencia, la cual seguramente repetiremos.
domingo, 13 de septiembre de 2009
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