Crónicas y Reportajes muestra desde sus primeras páginas que no es un libro si no una gran actividad periodística. Que denota mucho trabajo por parte del autor. Gabriel García Márquez, escritor colombiano siempre se ha caracterizado por su estilo único y pintoresco y estos escritos no son la excepción.
Este libro consta de muchas crónicas en las cuales se nota la investigación y el trabajo de campo que desarrolla, aunque no podemos dejar atrás la mentalidad creativa de García Márquez que hace de sus escritos algo inverosímil.
“hace algunos años vino al consultorio de un médico de la ciudad un hombre espectral, vidrioso, con el vientre abultado y tenso como un tambor. Dijo ‘Doctor, vengo para que me saque un mico que me metieron me la barriga’
Pero no todo el libro trata hechos inverosímiles, encontramos varios reportajes y algunos perfiles, por ejemplo tenemos el perfil de Álvaro Cepeda Samudio, el cual habla de su gusto por el cine y de cómo pudo publicar un libro de cuentos y dejar a todos sus conocidos anonadados al ver su gran potencial como escritor; este es un perfil muy completo ya que consta de la opinión de sus familiares y amigos.
“leyéndolos, sus amigos entendemos ahora por qué escribió Álvaro Cepeda Samudio estos cuentos: son fragmentos de cartas que se quedaron si escribir…”
Para poder escribir este libro Gabriel García Márquez tuvo que recurrir a las entrevistas, ya que para todos los géneros periodísticos que observamos se necesita una investigación previa del tema a tratar y una buen dialogo con personas referentes al tema, algo curioso de este conjunto de notas hecho por Gabriel garcía Márquez, es que cada párrafo tiene su título llamativo e introductorio hacia el tema a tratar o para darle un hilo conductor a la historia.
Ya para terminar, también este libro cuenta con unos reportajes muy bien desarrollados como lo es el de EN HIROSHIMA, UN MILLON DE GRADOS CENTIGRADOS, en el cual contaron con una fuente que les ayudo a crear un mejor ambiente con anécdotas y su punto de vista sobre esta tragedia, Pedro Arrupe, un sacerdote jesuita que le toco vivir en carne propia esta explosión atómica.
“Sin embargo – cuenta el padre Arrupe – la población civil estaba preparada para cualquier emergencia. La policía de Hiroshima tenia una organización perfecta, por medio de la cual se controlaba a una ciudad mas grande y mas poblada que cualquiera de las ciudades colombianas: una ciudad compuesta por la clase media japonesa, dedicada al comercia a pequeña escala y a la pesca fluvial…”
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