domingo, 30 de agosto de 2009

El parque del pàjaro caìdo...


12: 30 del medio día, hace un calor impresionante en todo Medellín, pero en el parque del pájaro caído, se siente una frescura inigualable, gracias a sus inmensos arboles que reflejan una tranquilidad y un frió lisonjero que ningún otro parque abriga.

En aquel lugar que para muchos pasa desapercibido, para otros es el lugar de encuentro todos los días, por que el tiempo allí transcurre de una manera diferente; el ruido de los carros se convierte en una dulce melodía que los habitantes del parque no perciben.

Son las 2:30 p.m. Y el parque de Belén se comienza a llenar de ancianos, los cuales solo buscan un poco de diversión, para esa vida tan monótona que les toca vivir después de haber pasado la mayor parte de sus años en este mundo tan agitado.

Luego de haber caminado casi todo el día, Olga una vendedora ambulante decide terminar su jornada en este lugar mágico, vendiéndole tinto y perico a los ancianos q allí residen y dialogando con ellos sobre sus largas y agitadas vidas.

Cuando se va entrando mas la tarde este lugar mágico se convierte un territorio lúdico en donde su juego principal es el ajedrez q con sus movimientos bien planeados y las apuestas al orden del día, se siente una adrenalina incomparable con la de los mejores casinos del mundo, en donde la risas y las palabras soeces de estos jugadores subirían la tensión de cualquier miembro de la honorable academia de la lengua española.

Después de un rato de sana diversión el olor grasoso y desagradable para algunos de la conocida chunchurria empieza a penetrar por las fosas nasales y a provocar todo tipo de reacciones en los nuevos habitantes de este parque, los cuales pasan por inercia o por obligación.

El reloj marca las 6:15 p.m. y la vida activa de este lugar tan maravilloso que casi nadie conoce empieza a fallecer lentamente y sus visitantes más comunes empiezan a desplazarse hacia sus hogares olvidando que en este han pasado todo su largo día y que mañana como lo hace habitualmente los esperar con los brazos abiertos para darles de una esa tranquilidad y frescura q solo el parque del pájaro caído les puede brindar.

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