lunes, 31 de agosto de 2009

El perfecto orden de lo tradicional...

Se siente la frescura de las primeras horas de la mañana, en el centro de la ciudad, el olor dulzón de las flores se funde con la atosigada pestilencia del monóxido de carbono proveniente de todo tipo de vehículos.


Apenas comienza a aclarecer el día y en la Plaza de Flores de la ciudad de Medellín hay quienes llevan trabajando desde las 3:00 de la madrugada, su principal objetivo como se los enseñaron sus abuelos y sus padres es vender para ganarse la vida en el mismo lugar donde ellos trabajaron y aprendieron a sobrevivir.

A estas horas de la mañana algunos cargan bultos, otros pelan papas o venden el periódico del día, no importa el tipo de trabajo que desempeñen, aquí todos tiene una labor que cumplir y una historia que contar.


La jornada de la Placita comienza a las 3:00 de la madrugada, cuando los vendedores de flores se sitúan en el parqueadero central para acomodar, pulir y vender las orquídeas más codiciadas de la ciudad, a las 8:00 de la mañana los mercaderes terminan su labor y desocupan el lugar, pero la vida en la Placita de Flores no muere, luego de que los negociantes de flores se retiran, los demás vendedores se apropian del mercado; Carnes, lácteos, granos, verduras y cualquier producto que haga parte de la canasta tradicional de los paisas.


Don Luis Peralta un hombre robusto, alto y sin cabello, quien hace parte de uno de los más reconocidos vendedores de legumbres en la Placita, asegura que entre los años 80 y 90 un grave problema de seguridad azotó a la Plaza, esto ocasionó que muchos de sus visitantes y compradores se alejaran y prefirieran pagar precios más altos en otros lugares. Ahora se ha logrado fortalecer el tema de la seguridad y nuevamente se ha recuperando a los antiguos clientes.

Todo en el sitio refleja una Medellín costumbrista, desde los pequeños locales que ofrecen velas aromatizantes, las carnicerías que muestran grandes trozos de carne que exacerban un fuerte olor e incluso los almacenar provistos de plantas y pócimas que aseguran atraer la suerte, el dinero, el amor y el bienestar. Un rinconcito de más de un siglo de existencia en la ciudad que reúne en un sólo sitio las costumbres y las vivencias más tradicionales de la Medellín moderna que carga con el peso de lo tradicional.


La tarde cae, el moviendo en la plaza cesa y los comerciantes se disponen a guardar pacientemente su mercancía, con la misma certeza de que mañana retomarán sus puestos para seguir dando rutina a este lugar que nos recuerda constantemente quienes somos.

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